De Vik a Skaftafell, jueves 30 de agosto.

Desayunamos lo de siempre: cereales con nymjölk (leche no agria), arenque en diferentes salsas, fiambres y tostadas danesas, huevo duro, paté y café.

A poco de salir de Vik, se entra en una zona marcada con letreros naranja, avisando de posibles tormentas de arena. Se trata de una zona de lava y cenizas a la que aún no ha llegado del todo la repoblación de gramínea asentadora del suelo que está más avanzada en otras zonas.

Es casi mediodía cuando llegamos al parque de Skaftafell. Allí conseguimos un pequeño panfleto con las principales rutas del parque y emprendemos una que va directa hacia la lengua del glaciar por la llanura aluvial. En el camino, creado con grava de las erupciones, nos adelanta una chica en chándal corriendo y nos sigue una señora con tacones y vestida de calle, casi otoñal. Nosotros vamos abrigados hasta las cejas, a pesar de que no hace tanto frío.

Skaftafellsj�kull

Llegamos finalmente al punto donde el camino, circular, cambia de sentido. Se trata de la morrena que tiempo atrás, en su ahora retirada, abandonó el hielo tras el último cambio climático. Ahora se ve desde allí el hielo más bien lejos, sucio de erupciones y tormentas, aun impresionante por su tamaño y poder.

Tras la vuelta, comemos unos skyres y fruta y emprendemos otra ruta, esta vez hacia Svartifoss. Est vez la ruta empieza atravesando el camping que se halla al pie del parque: una zona de césped ahora casi vacía, con alguna tienda aquí y otra allá. El centro de información estaba a la entrada, junto con el supermercado y restaurante. Vemos algunas especie de lavanderas muy bonitas y emprendemos el ascenso. Pronto el abrigo y el ejercicio nos hacen ir desprendiéndonos de más y más capas de ropa, hasta casi pasarnos, justo cuando ya habíamos sudado. En el camino nos cruzamos con bastante gente, para lo que se acostumbra en este país.

Vista de la llanura

Desde arriba, mirando atrás el paisaje es el de una llanura interminable, de cenizas y meandros que la cruzan en una gran extensión de su superficie.

El camino discurre ascendente entre matorrales y se aprecian a menudo las numerosísimas cascadas. La vegetación arbustiva constituye una de las más frondosas zonas del país. Más arriba, llegamos finalmente a un punto desde el que se ve la famosa cascada que ha inspirado algunas obras arquitectónicas locales, Svartifoss, y aunque desde aquí, un punto casi más alto, se la aprecia lejana y no demasiado impresionante, una vez en las proximidades, sí maravilla la pared de basalto tan negro, en forma de columnas con repisas, resultado del enfriamiento gradual de la lava a la vez que animado por una bella cascada..

Svartifoss

La bajada es muy bonita, por una vereda al borde de un pequeño cañón, al que se acerca a veces mucho la senda y desde el que las vistas son espléndidas. Más abajo, hay zonas verdes con remansos de agua de gran belleza.

Remanso

Intentamos llegar a la costa, pero el camino es demasiado accidentado para el Astra.

Nos hospedamos en el

Hotel Skaftafell, Tel. 478 19 45.

Cenamos de buffet, ya que no hay otra elección. El arenque es excelente, pero la comida no justifica el precio de unas 7000 ptas por persona.

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