Visitamos la isla de Seymour, para ver las iguanas, leones marinos y aves que la habitan: piqueros de patas azules, fragatas, etc.
Se recorre un camino marcado por estacas del que no se puede salir, aunque no hace mucha falta: los piqueros han anidado en él, e iguanas y leones lo atraviesan continuamente.
Los piqueros forman círculos de guano según van girando para dar la espalda al sol. Sobre todo los machos, tienen las patas de un azul intenso. Aunque forman parejas estables, todos los años ejecutan el ritual de apareamiento, que incluye el mostrarse repetidamente las patas. La pareja se puede distinguir fácilmente por los ojos. Las hembras parecen tener una pupila mucho más dilatada que los machos, aunque es un efecto óptico que en realidad es debido al color del iris. Ambos se turnan para empollar y alimentar a las crías.
Las fragatas anidan en los arbustos cercanos, con los machos exhibiendo su buche de color rojo intenso.
Los leones marinos se tumban al sol. Las hembras y crías son muy juguetonas en el agua. En tierra tienen peor humor, y a veces ladran. También suelen escupir el exceso de sal.
Las iguanas también escupen el exceso de sal y ellas sí tienen que regular completamente su temperatura a base de tomar el sol en las negras piedras de la costa.
En la costa, los cangrejos, campan a sus anchas, salvo cuando los leones marinos los toman como aperitivo.
Los animales se dejan fotografiar desde muy cerca.
Los pollos son los que más protestan, piando, quizá reclamando su comida o pidiéndote que te alejes para dejarle tranquilo.
Los leones marinos a menudo ignoran tu presencia, otras ladran de forma amistosa. Las iguanas son quizá las más huidizas.
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