Volamos a San Francisco a primera hora. En el aeropuerto de Las Vegas,
la gente espera los vuelos echando monedas hasta el último momento.
El Pier 39
Nos hospedamos en el hotel Argent, al otro lado de Market. Dejamos los
trastos y empezamos la caminata hacia los muelles. Nos cruzamos con algún
yuppie en monopatín y el ambiente de la ciudad, muy personal, se percibe
en cada detalle.
Venimos preparados para el frío, pero nos encontramos buen tiempo.
Incluso la niebla, por una vez, respeta la ciudad.
El Pier 39, con sus leones marinos, tiene un encanto especial. Es un verdadero
negocio con sus espectáculos callejeros, de tiendas y restaurantes.
Vemos la tienda que vendía ropa de abrigo que nos habían comentado.
El tranvía en la calle Bush
En San Francisco hay una amplia oferta de transporte público: autobuses,
trolebuses, tranvías, metro, taxis, quizá por lo accidentado
de su relieve. Nosotros los ignoramos todos y nos pateamos la ciudad de arriba
abajo.
Comimos en el Pier 39 y acabamos cenando en un chino con unos precios bastante
decentes, para donde estamos, después de volver al hotel y regresar
andando a los muelles no sé cuántas veces.